
LA GENEROSIDAD EMPIEZA EN LA FAMILIA
La Generosidad Empieza en la Familia
La generosidad es uno de los valores más codiciados y deseados por los padres para ver crecer en sus hijos. Las sociedades desarrolladas conducen a la competencia desmedida, al valor de lo material, la insolidaridad y el egoísmo. El gesto de compartir con los demás, es un preciado hábito que debemos fomentar en nuestros hijos para que se convierta en una virtud cuando de forma natural se den a los demás.
El periodo sensitivo de la generosidad
Los niños hasta los 6 años no desarrollan la generosidad, no comprenden este valor, aunque sí que son capaces de tener gestos buenos como el de compartir y dejar sus cosas, aunque muchas veces debemos ser nosotros los padres los responsables de ayudar a nuestros hijos/as a poder realizar el gesto de generosidad..
Entre los 7 y los 12 años es cuando el niño comienza a desarrollar el uso de la razón y comprender que puede participar en su entorno: la familia, el colegio, el vecindario, etc; este es el periodo en el que se desarrolla de forma más activa la generosidad, y nosotros los padres debemos ayudarles a desarrollarla animándoles a:
1.Ofrecerse para hacer encargos.
2.Servir a los demás.
3.Ayudar en las tareas del hogar.
4.Cuidar a un hermano pequeño.
5.Compartir.
La generosidad empieza en la propia familia
Los padres debemos ser los motores de todos los valores que queremos fomentar en nuestros hijos, debemos esforzarnos, e incluso “exagerar”, por desarrollarlos de forma continuada. Los niños, verdaderas esponjas de todas las emociones que circulan a su alrededor, los adquirirán de forma natural con el ejemplo de sus padres.
¿Por dónde comenzar?
Por compartir y dedicar más tiempo a nuestra pareja y a nuestros hijos. “El tiempo de dedicación” que podemos ofrecer para: escuchar, consolar, visitar a familiares, para hablar con nuestra pareja, jugar con nuestros hijos, ayudarles en su formación, acompañarles y comprenderles en su adolescencia…, deben ser nuestro punto de inflexión para empezar desde hoy mismo a derrochar generosidad con ellos; luego llegarán de forma espontánea los amigos, el entorno laboral, nuestro vecindario, el colegio, la parroquia, las organizaciones benéficas, los programas de colaboración…
Dedicar tiempo de calidad a nuestra familia, sin exigir, sin pactar nada a cambio, supera cualquier acción solidaria o de caridad en la que participemos. La solidaridad, ese escalón que se encuentra un peldaño por encima de la generosidad, se expresará de forma natural con nuestra forma de vivir la generosidad en familia.
Por: Educación Familiar Solidaria,S.L.